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ESTOY RE AL PEDO


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FIJENSE EN LA LETRA...

Editado por brunek
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El fuerte ALTAFRUTA es una construcción fea y negra, enclavada en el Oasis. Se compone de un cuerpo principal, algunas barracass y un muro almenado que la rodea. Su supone que la función del fuerte es detener las incursiones de los cheaters y trolls que vienen del lado de los Mancos.

El tiempo no existe en el fuerte ALTAFRUTA, sólo una nada hirviente que nunca se acaba, un vacío de horno imposible de enfrentar. En todos los rincones acecha el calor, la demencia y la muerte. Eso es lo peor. La monotonía y el calor. Ese calor que no cesa nunca. Ese calor que parece reventar los cerebros. Y la arena. Por todas partes.

El sargento Brunek se recostó contra el muro y cerró los ojos, pero el muro hervía y el sudor le quemaba la piel.

-Es imposible… no hay forma de descansar. –dijo Brunek con fastidio, escupiendo un puñado de arena entre sus dientes.

El sargento Ryghtus se le acercó. Era pete como él y también de ALTAFRUTA, lo que los hermanaba en cierta manera.

-¿Cómo van las cosas?

-Agusssss va a intentar desertar.

-¿Seguro?

-Ahá. Compró una brújula. Trató de conseguir mapas, en fin, lo habitual.

¿Qué hará el soldado Agusssss? ¿Desertará del fuerte ALTAFRUTA? ¿Se pondrá en contacto con el enemigo, el cual acecha en las tinieblas de la noche? Seguramente nunca lo sabremos, porque ahora mismo estoy fumado y esto no continuará.

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hace 17 minutos, brunek dijo:

q mierda es eso

“q mierda es eso”

Se escuchó en el aire, el cual traía el infernal hedor del desierto. Brunek y Ryghtus intercambiaron una mirada y no hizo falta más. Juntos se encaminaron hacia las barracas donde encontraron a Agussss, lista para desertar. La tomaron entre los hombros y la apalearon científicamente. Golpes que no harían daño y que no dejarían marcas.

La trasladaron a la enfermería dónde el cabo enfermero TORO la contempló con interés, palpándola y emitiendo ruidos apreciativos.

-Este tobillo tardará un buen tiempo en curar. Accidente, ¿no?

Repartieron cigarrillos y TORO suspiró.

-¡Qué diablos! A veces yo también tengo ganas de mandar todo al diablo y largarme. Uno se vuelve loco fácilmente aquí, pero desertar es la muerte segura. El desierto o los cheaters. Agussss se los agradecerá cuando esté de vuelta lejos de este fuerte.

-Tal vez… pero, ¿a cuántos más podremos contener? Y aún faltan dos meses… sesenta días…

Una delgada silueta se recortó en la entrada a la enfermería y una voz calma los inmovilizó.

-¿Ocurre algo aquí? Hay mucho ruido.

La comandante Sabrina se detuvo ante los hombres y con aire interesada los estudió.

-¿Accidente?

-Así, es, señora. Accidente.

-Cuidado con los resbalones, soldado. Venga conmigo, Ryghtus.

Cruzaron el patio llameante y fueron a la oficina de la comandante, en las barracas superiores.

-Sirva un par de copas, sargento. ¿Cómo andan los hombres?

-Como un rebaño de coyotes desesperados. No aguatan más. He oído rumores de motín, de deserción… en fin… lo de siempre en el fuerte ALTAFRUTA.

 

CONTINUARÁ

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-No me gusta la idea de un motín…

-Natural, señora… pero el aburrimiento enloquece a los hombres. Si por lo menos algo ocurriera…y lo que hace todo peor es la presencia de Candela.

-¿Por qué?

-Es una mujer demasiada violenta. Es ella quien puede provocar un motín. No es inteligente y no ve más allá de sus narices.

Candela se escurrió el sudor del rostro y contempló el círculo de hombres que la rodeaba. El calor crepitaba del otro lado de los muros como un incendio.

-Ninguno de nosotros estará vivo dentro de dos meses. Nos volaremos la cabeza a tiros o nos volveremos locos.

-¿Qué sugieres? –preguntó TORO.

-Apoderarnos de las armas y provisiones y huir hacia el Foro. Será un viaje largo pero yo conozco el desierto.

Brunek se rascó la cabeza vacilante.

-Si nos agarran nos fusilarían.

-Y si no, morirás aquí o te volverás loco. ¿Qué tienes para perder?

Brunek meneó la cabeza torpemente.

El sol llamea en lo alto y e lfuerte ALTAFRUTA parece hervir lentamente y cocerse en un jugo de desesperación. Los soldados enloquecen suavemente sobre sus fusiles.

-¿Todos de acuerdo, entonces? –dijo Candela.

-¿Qué remedio nos queda? No aguantamos más…

-A las cinco, cuando sirvan el café, lo haremos.

El sargento Ryghtus penetró en el despacho de la comandante y de inmediato Sabrina supo que el momento temido había llegado.

-¿Se han decidido a hacerlo?

-Así es. Hoy a las cinco.

-Reune a todos los hombres que sean de confianza, sargento. Tenemos que controlar el motín antes que nos estalle.

Candela se enjugaba el surdor con vehemencia. Hacía calor y sentía que el aire penetraba en sus sentidos, perforando su cabeza como si fuera arcilla mal horneada.

-Tendremos que separarnos. Necesito que dos traigan a la comandante, si la desarmamos el resto se rendirá.

Una voz sonora los sobresaltó.

-No hace falta que me hagas buscar, soldado. Aquí estoy. Y será mejor que dejen caer los fusiles.

Los soldados se volvieron con lentitud de tortuga hacia el grupo que acababa de aparecer en las almenas, con los rifles alineados hacia ellos.

-¿Han oído? ¡Dejen caer las armas!

-No… no soportamos más este infierno.

La voz del sargento Ryghtus resonó como un latigazo.

-¡Tu serás la primera, Candela, si no detienen esta locura. ¡Que ganas de cortarte la yugula…!

Ryghtus cayó de las almenas como un muñeco descoyuntado sobre el patio del fuerte, boca abajo, con una herida en su espalda humeante. Un disparo. Por un momento todos quedaron paralizados mientras el eco del estampido se perdía en los socavones del cielo.

-¡Los cheaters! ¡Son miles! ¡Nos atacan!

Editado por TORO
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hace 1 hora, Seth rolins dijo:

Cuestión somos campeones del mundo menos Sega pendejo bolita 

No te sumes a los campeones del mundo si en tu DNI figura q sos paraguayo Jaime, te ví en playa grande vendiendo chipa 

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-¡Los Mancos el único Dios! ¡Muerte a los admin!

Fue Candela quien reaccionó primera, con un salvaje alarido, casi un aullido de rabia y alivio.

-¡Los chiteros! ¡Los malditos chiteros! ¡Por fin han llegado! ¡A las almenas!

Un bramido le respondió. Todo estaba olvidado. Los dos grupos se fundieron en uno solo, corriendo hacia sus posiciones. El clarín cortó el aire de la tarde.

-¿Ryghtus? –preguntó Sabrina, disparando desde las almenas.

-Muerto, señora.

-Míralos. Han olvidado todo. Son soldados otra vez.

-Sí. Por una vez, la llegada de los mancos ha sido una bendición…

A las seis de la tarde el soldado Sega recibió una bala entre los ojos. Quedó en su almena, el mentón contra la piedra, observando ciegamente el lejano horizonte.

-¡Numerarse en pares e impares! ¡Los pares al comedor! ¡Una hora de descanso, café y sopa!

El soldado Matías recibió una bala en la garganta y murió desangrado contra la almena sin que nadie lo advirtiera. Recién descubrieron su muerte cuando llegó su turno de ir a comer.

-Han dejado de disparar…

-Ahá. Me pregunto si…

-¡Ahí vienen!

Fue como otro mar que se cerrara sobre la fortaleza. Bajo el sol de plomo, las hormigas humanas se estrellaron contra los muros disparando, aullando.

El cabo Seth halló en esa almena el fin de su carrera. Nunca volvería a jugar al TTT ni ver a las muchachas de trenzas rubias de PornHub.
El sargento Brunek recibió un corte que le alcanzó la espalda, dónde la punta de la lanza atravesó su pecho.

El combate cuerpo a cuerpo era terrible, visceral. Sabrina mató a un troll, a otro chiter y cuando se encontró su espalda rodeada, alguien le salvó.

-¿Estás bien, señora?

-Sí… si, Candela. Gracias… ¿y los demás?

-Todo bien, señora… mire. Los chiteros se retiran.

Sabrina contempló la marea oscura retrocediendo rápidamente, perseguida por una descarga final. Sin sorpresa descubrió que estaba temblando.

-¿La guarnición?

-Hay varios muertos desgraciadamente, señora.

-¿Seth, Saga, Brunek?

-Sí…

-Muy bien. Ahora tú eres cabo, Candela. Ocúpate de los heridos. Que entierren a los muertos.

-Lamento… lo que ocurrió antes… creo… creo que estaba un poco loca.

Sabrina la contempló fríamente.

-No sé de qué esta hablando, cabo. Aquí no pasó nada antes del ataque.

-Gracias, señora.

-Menos gracias y a la tarea, hay mucho que hacer. –y agregó cansinamente. –Ahora sólo faltan cincuenta y nueve días.

El fuerte ALTAFRUTA sigue allí, negro y feo, enclavado en su oasis de pesadilla. El día ha terminado y pueden descansar. Mañana todo volverá a empezar. En el fuerte ALTAFRUTA la noción del tiempo y espacio pertenece a una dimensión inhumana, pero alguien debe vivir a través de ella.

 

FIN.

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